La divina infancia
Escenas de la infancia de Jesús desde el rosetón:
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La humanidad de Cristo es el principal sacramento del creyente, la señal eficaz a través de la que nos llega la salvación, ya que esta «se ha hecho carne» (Jn 1,14). De aquí deriva la importancia de considerar el acontecimiento humano de Jesús, de meditar los misterios de su vida terrena, también los de su infancia. Una meditación unida a la narración evangélica, que sea una unión afectiva al amigo Jesús y que, a través de la identificación, introduzca en la imitación profunda de Cristo.
La meditación de los misterios de la infancia de Jesús (tradicionalmente fijados en número de doce), mediante el rezo de la llamada coronita, constituye el aspecto espiritualmente más fecundo del culto al Niño Jesús de Praga.
Las noticias históricas sobre Jesús referidas por los evangelios son críticamente incontestables. La ciudad de la que proviene, Nazaret, está situada en Galilea, una región semipagana y por ello despreciada por los israelitas puros, por los que era obvio que nada bueno podía salir de esa tierra. En efecto, en Galilea, se hablaba el dialecto aramaico-galileo y la gente común no conocía el hebreo, tan importante para leer las Sagradas Escrituras. Para la fecha del nacimiento de Jesús, los estudiosos indican el 6-7 a.C. y para su muerte el 30 d.C. La madre era una mujer joven llamada María, esposa de José, un carpintero; esto parece haber sido también oficio del joven galileo.
Desde antes de la vida pública, es decir hacia los treinta años, Jesús permaneció en Nazaret, donde probablemente asistió a la escuela de los rabinos para aprender el hebreo. Durante todos esos años no destacó nunca por hechos extraordinarios, fuera del episodio del hallazgo en el templo entre los doctores de la ley. Su vida transcurrió como la de todos los otros chicos de Nazaret. Después de los años de estar oculto humildemente y de su silencio entre las paredes domésticas, Jesús comenzó su misión de anunciar el reino de Dios, mientras en Roma vivía el emperador Tiberio (14-37), y Herodes era tetrarca de Galilea. Rechazado por los jefes religiosos, incomprendido por las multitudes y abandonado por sus seguidores, murió crucificado bajo el procurador romano Poncio Pilato, declarado agitador público y profanador religioso. Según lo anunciado por los testigos, Jesús resucitó al tercer día, apareciéndose vivo a muchos en diversas ocasiones, antes de subir al cielo. Este evangelio (“alegre noticia”) es históricamente fiable pues los testigos del hecho son con toda seguridad dignos de fe, como lo demuestra su vida, todo el tiempo del anuncio del Evangelio hasta el martirio.
En la trama esencia de estas noticias, particularmente las referidas por los evangelios de la infancia (Mateo y Lucas), se entrevé todo el misterio de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. En todo sentimiento, palabra, gesto, situación que el Niño Jesús vive, se manifiesta Dios y su designio de amor; todo es revelación, nada sucede al azar.