La historia del Niño Jesús

Desde el principio …

La encarnación y la infancia de Jesús han sido representadas desde los primeros tiempos de la Iglesia. Por medio de estas imágenes los cristianos han rezado al Hijo de Dios hecho hombre para salvarnos y recuerdan, como un programa de vida, sus palabras: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón… Si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos» (Mt 11,29; 18,3).

Un don en el Carmelo

El amor por la humanidad de Jesús y su infancia ha marcado la vida y espiritualidad de Santa Teresa de Jesús (†1582) y San Juan de la Cruz (†1591), que las transmitieron a la orden de los Carmelitas Descalzos que ellos fundaron. Ellas nos enseñan a contemplar al Dios-hombre del pesebre hasta la cruz, y a meditar e imitar los misterios de su vida. Por este motivo, en el Carmelo, las imágenes que recuerdan la Infancia y la Pasión de Jesús han sido siempre nuestras. Particularmente, Santa Teresa llevaba siempre a las monasterios que fundaba alguna imagen graciosa del Niño Jesús ricamente adornada, como era el gusto de la época barroca.

La imagen del Pequeño Rey llega a Praga.

Entre los innumerables testimonios de esta veneración, el más célebre es la estatua del Niño Jesús de Praga, regalada a los Carmelitas de esa ciudad en 1628 por la princesa Polissena Lobkowitz. Ella representa al Niño Jesús con vestidos regios y con sus insignias de soberano, en el acto de bendecir, subrayando, al mismo tiempo la verdadera humanidad de Cristo y también su divinidad.

La estatua, hasta ahora conservada y venerada en Praga, procede de España y es muy parecida a las que tuvieron Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Delante de esta imagen un número cada vez mayor de personas ha elevado sus oraciones recibiendo consuelo, gracias y milagros, y se ha difundido rápidamente por todo el mundo, sobre todo gracias a los Carmelitas Descalzos.

Gran apóstol de esta devoción fue el venerable P. Cirilo de la Madre de Dios (†1675), a quien el Niño Jesús prometió en 1637: “Cuanto más me honréis, más os favoreceré».

Un período de “ocultación”

En Praga los Carmelitas tuvieron que abandonar el Santuario a causa de las leyes «del emperador sacristán» José II (1784), y el culto al Niño Jesús sufrió en Bohemia un largo período de decadencia. Entre el siglo XIX y el XX hubo un restablecimiento del culto, y en este período la imagen tuvo una gran difusión en todo el mundo gracias, una vez más, a los Carmelitas y a las Carmelitas.

De este modo la estatua del Pequeño Rey fue venerada por Santa Teresa de Lisieux (†1897), maestra de la «infancia espiritual», y por Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) (†1942), que acudió como peregrina a Praga, escribiendo páginas bellísimas sobre la realeza del Dios Niño.

En Arenzano reflorece la devoción

El culto al Niño Jesús llegó a Arenzano en 1900, gracias a un pequeño cuadro expuesto por los Carmelitas en su iglesita. Este simple acto de piedad puso en marcha un extraordinario movimiento de devoción, acompañado por gracias y milagros. En 1902 el cuadrito fue sustituido por una estatua parecida a la de Praga.

La creciente afluencia de devotos motivó la construcción del Santuario –primero en el mundo que se le dedicó – comenzado en 1904 e inaugurado en 1908. En 1924 la estatua era solemnemente coronada por el cardenal Rafael Merry Del Val, enviado por el papa Pío IX, que en 1928 condecoraba al Santuario con el título de Basílica.

En 1951, por decisión del superior provincial, P. Anastasio Ballestrero (que después llegó a ser superior general de los Carmelitas, arzobispo de Bari y de Turín, cardenal y presidente de CEI), se abrió el Seminario del Niño Jesús, que todavía acoge a chicos de las escuelas media y superior que se preparan al sacerdocio y a la vida consagrada. En los años 60 se amplió la Basílica con la creación de los transeptos, y enriquecida con las mayólicas de A. Biancini, las estatuas de G. Galletti y el belén permanente en cerámica de E. Salino. Desde 1971 está activo el centro de animación misionera en conexión con la República Centroafricana. Hoy el Santuario está entre los primeros de Liguria por el número de peregrinos que llegan de toda Italia y de fuera de Italia.

Praga germina nuevamente

Después de las supresiones (de las que hemos hablado) «el invierno espiritual» en Praga llegará a ser incluso más rígido con la ocupación nazi y más tarde con el régimen comunista. Esta situación solamente cambió en 1989, con la «revolución de terciopelo»: Praga, ciudad histórica y artística por sus profundas raíces cristianas, pudo volver a ser ciudad libre y nuevo polo cultural de Europa.

Así, después de otros dos siglos de ausencia, los Carmelitas pudieron finalmente volver a Praga en 1994, marchando precisamente del Santuario de Arenzano, que mientras tanto se había convertido en el nuevo centro difusor de la devoción al Niño Jesús. De este modo, en estos últimos años, el Santuario de Praga ha conocido una nuevas estación de desarrollo, devoción, peregrinaciones y gracias, que el Niño Jesús concede a sus devotos en todas las partes del mundo , pero especialmente en los lugares a él dedicados.

Cronologia di Praga »

Desde el principio …

La encarnación y la infancia de Jesús han sido representadas desde los primeros tiempos de la Iglesia. Por medio de estas imágenes los cristianos han rezado al Hijo de Dios hecho hombre para salvarnos y recuerdan, como un programa de vida, sus palabras: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón… Si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos» (Mt 11,29; 18,3).

Un don en el Carmelo

Incarnazione

El amor por la humanidad de Jesús y su infancia ha marcado la vida y espiritualidad de Santa Teresa de Jesús (†1582) y San Juan de la Cruz (†1591), que las transmitieron a la orden de los Carmelitas Descalzos que ellos fundaron. Ellas nos enseñan a contemplar al Dios-hombre del pesebre hasta la cruz, y a meditar e imitar los misterios de su vida. Por este motivo, en el Carmelo, las imágenes que recuerdan la Infancia y la Pasión de Jesús han sido siempre nuestras. Particularmente, Santa Teresa llevaba siempre a las monasterios que fundaba alguna imagen graciosa del Niño Jesús ricamente adornada, como era el gusto de la época barroca.

La imagen del Pequeño Rey llega a Praga.

Gesù Bambino PragaEntre los innumerables testimonios de esta veneración, el más célebre es la estatua del Niño Jesús de Praga, regalada a los Carmelitas de esa ciudad en 1628 por la princesa Polissena Lobkowitz. Ella representa al Niño Jesús con vestidos regios y con sus insignias de soberano, en el acto de bendecir, subrayando, al mismo tiempo la verdadera humanidad de Cristo y también su divinidad.

La estatua, hasta ahora conservada y venerada en Praga, procede de España y es muy parecida a las que tuvieron Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Delante de esta imagen un número cada vez mayor de personas ha elevado sus oraciones recibiendo consuelo, gracias y milagros, y se ha difundido rápidamente por todo el mundo, sobre todo gracias a los Carmelitas Descalzos.

Gran apóstol de esta devoción fue el venerable P. Cirilo de la Madre de Dios (†1675), a quien el Niño Jesús prometió en 1637: “Cuanto más me honréis, más os favoreceré».

Un período de “ocultación”

Gesù Bambino PragaEn Praga los Carmelitas tuvieron que abandonar el Santuario a causa de las leyes «del emperador sacristán» José II (1784), y el culto al Niño Jesús sufrió en Bohemia un largo período de decadencia. Entre el siglo XIX y el XX hubo un restablecimiento del culto, y en este período la imagen tuvo una gran difusión en todo el mundo gracias, una vez más, a los Carmelitas y a las Carmelitas.

De este modo la estatua del Pequeño Rey fue venerada por Santa Teresa de Lisieux (†1897), maestra de la «infancia espiritual», y por Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) (†1942), que acudió como peregrina a Praga, escribiendo páginas bellísimas sobre la realeza del Dios Niño.

En Arenzano reflorece la devoción

Gesù Bambino ArenzanoEl culto al Niño Jesús llegó a Arenzano en 1900, gracias a un pequeño cuadro expuesto por los Carmelitas en su iglesita. Este simple acto de piedad puso en marcha un extraordinario movimiento de devoción, acompañado por gracias y milagros. En 1902 el cuadrito fue sustituido por una estatua parecida a la de Praga.

La creciente afluencia de devotos motivó la construcción del Santuario –primero en el mundo que se le dedicó – comenzado en 1904 e inaugurado en 1908. En 1924 la estatua era solemnemente coronada por el cardenal Rafael Merry Del Val, enviado por el papa Pío IX, que en 1928 condecoraba al Santuario con el título de Basílica.

En 1951, por decisión del superior provincial, P. Anastasio Ballestrero (que después llegó a ser superior general de los Carmelitas, arzobispo de Bari y de Turín, cardenal y presidente de CEI), se abrió el Seminario del Niño Jesús, que todavía acoge a chicos de las escuelas media y superior que se preparan al sacerdocio y a la vida consagrada. En los años 60 se amplió la Basílica con la creación de los transeptos, y enriquecida con las mayólicas de A. Biancini, las estatuas de G. Galletti y el belén permanente en cerámica de E. Salino. Desde 1971 está activo el centro de animación misionera en conexión con la República Centroafricana. Hoy el Santuario está entre los primeros de Liguria por el número de peregrinos que llegan de toda Italia y de fuera de Italia.

Praga germina nuevamente

Altare Gesù Bambino PragaDespués de las supresiones (de las que hemos hablado) «el invierno espiritual» en Praga llegará a ser incluso más rígido con la ocupación nazi y más tarde con el régimen comunista. Esta situación solamente cambió en 1989, con la «revolución de terciopelo»: Praga, ciudad histórica y artística por sus profundas raíces cristianas, pudo volver a ser ciudad libre y nuevo polo cultural de Europa.

Así, después de otros dos siglos de ausencia, los Carmelitas pudieron finalmente volver a Praga en 1994, marchando precisamente del Santuario de Arenzano, que mientras tanto se había convertido en el nuevo centro difusor de la devoción al Niño Jesús. De este modo, en estos últimos años, el Santuario de Praga ha conocido una nuevas estación de desarrollo, devoción, peregrinaciones y gracias, que el Niño Jesús concede a sus devotos en todas las partes del mundo , pero especialmente en los lugares a él dedicados.

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